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El cuerpo humano está poblado por millones de microorganismos en su superficie y en particular en todas las cavidades conectadas con el medio ambiente externo. En los últimos años se ha multiplicado el conocimiento sobre la interesante relación entre el ser humano y los microorganismos que residen en él.

El tipo de alimentación de cada persona puede afectar significativamente la presencia de los microorganismos que viven en el tracto gastrointestinal. De forma particular, a los microorganismos que habitan en el colon, se les conoce como microbiota intestinal y juegan un papel muy importante para la salud, pues están involucrados en diversos procesos, como los siguientes…

  • Digestión de los alimentos
  • Absorción de nutrimentos
  • Fortalecimiento del sistema inmunológico
  • Protección contra microorganismos dañinos a la salud
  • Funciones cognitivas, estado de ánimo y comportamiento (eje microbiota-intestino-cerebro)

Funciones de la microbiota

La composición de la microbiota intestinal varía entre las personas y puede modificarse a lo largo de la vida por diferentes factores. Sin embargo, su función siempre es la misma, proveer al intestino de enzimas, proteínas y ácidos grasos de cadena corta que favorezcan la respuesta inmunológica, estimulen la síntesis de vitaminas y mejoren la producción de los neurotransmisores.

Cualquier alteración en la dieta altera la microbiota y en consecuencia puede asociarse con la aparición de enfermedades derivadas de procesos inflamatorios.

La microbiota genera sustancias benéficas

La microbiota intestinal también tiene un papel relevante en la síntesis de compuestos bioactivos, que son clave para la salud, como los polifenoles, que se encuentran en alimentos como frutas, verduras, leguminosas, granos enteros, frutos secos, té, café, cacao, etc.

La mayor parte de estos polifenoles se encuentra unida a la fibra dietética, cuando llegan al intestino grueso quedan expuestos a la actividad microbiana, la fibra es degradada lentamente por la microbiota, liberando a los polifenoles y sus metabolitos (ácidos grasos de cadena corta) lo que permite ejercer un efecto prebiótico benéfico tanto para el colon, como para otros órganos y tejidos.

Algunos microorganismos en la microbiota pueden producir vitaminas, como la vitamina K y algunas vitaminas del complejo B. Una adecuada alimentación proporciona los nutrimentos necesarios para que estos microorganismos produzcan estas vitaminas y otros compuestos importantes.

Todo en equilibrio, también en la microbiota

El tipo y cantidad de microorganismos que conforman la microbiota intestinal puede variar como respuesta a factores biológicos y medioambientales. La clave es mantener en mayor número los microorganismos benéficos, respecto a los que causan infecciones y enfermedades. Una buena estrategia para lograrlo es consumir alimentos ricos en fibra, presente en frutas, verduras, leguminosas y granos enteros.

Algunos de los hidratos de carbono complejos que se encuentran en los alimentos de origen vegetal, denominados fibra dietética, pueden actuar como prebióticos y proveer de energía a algunas de las poblaciones microbianas benéficas, promoviendo su crecimiento y diversidad.

La microbiota fermenta la fibra dietética no digerible y produce ácidos grasos de cadena corta, como acetato, propionato y butirato, que mantienen un ambiente intestinal saludable, reducen la inflamación, fortalecen la barrera intestinal y promueven la salud.

La presencia y diversidad de los microorganismos benéficos puede aumentarse también con el consumo de probióticos, que son microorganismos vivos con beneficios a la salud que pueden obtenerse a partir de productos lácteos y vegetales fermentados como el yogur, el kéfir, la col agria y los pepinillos agrios, entre otros.

El equilibrio y salud de la microbiota también puede influir en la regulación del metabolismo, la absorción de nutrimentos y el control del apetito. Cuando se presenta un desequilibrio o disbiosis entre los microorganismos que conforman la microbiota intestinal, se presentan problemas con los procesos inflamatorios relacionados con enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y trastornos gastrointestinales.

Microbiota saludable desde el inicio de la vida

Los hábitos de alimentación se adquieren en etapas tempranas, de tal manera que para la edad adulta es muy probable que se tenga establecida la variedad de microorganismos que conforman la microbiota.

Los alimentos que se consuman a lo largo de la vida favorecerán el crecimiento de ciertos microorganismos sobre otros, modificando la actividad y composición de la microbiota. Una dieta poco variada, monótona y con poco consumo de fibra tendrá como consecuencia una mayor incidencia de problemas de salud, no solo gastrointestinal.

Sin embargo, siempre se pueden mejorar o modificar los hábitos de alimentación a través del consumo de una dieta adecuada, que incluya alimentos ricos en fibra y alimentos fermentados, que contengan bacterias benéficas, como los lactobacilos y las bifidobacterias, entre otros. 

Relación entre el intestino y el cerebro

La microbiota intestinal conforma un complejo eje de comunicación bidireccional con los sistemas nerviosos –entérico, autónomo, central y neuroendocrino e inmune– llamado eje microbiota-intestino-cerebro.

La comunicación entre estos sistemas puede verse afectada por el estilo de vida que, a su vez, determina el estado de salud y el riesgo de desarrollar trastornos relacionados con la alimentación y el comportamiento. Factores como los hábitos alimentarios, edad, sexo, entre otros, pueden influir en la comunicación y funciones del intestino, cerebro, hígado, páncreas y tejido adiposo.

Los antibióticos y el estilo de vida impactan a la microbiota

La microbiota intestinal puede ser afectada negativamente por el uso de antibióticos, que modifican su diversidad y abundancia.

Otros factores que pueden afectar la microbiota son…

  • Una dieta poco saludable, baja en fibra
  • Estrés crónico, que puede alterar el equilibrio entre las bacterias en el intestino y afectar la función intestinal
  • Enfermedades gastrointestinales, en las que la disbiosis altera temporalmente la composición de la microbiota y, en algunos casos, esta alteración puede persistir incluso después de sobrepasar el proceso infeccioso

Para ayudar a restablecer el equilibrio en la microbiota intestinal también se recomienda el uso de suplementos con probióticos y una dieta adecuada, con la ayuda de un especialista de la nutrición y la salud.

La microbiota, tan personalizada como tu alimentación

Para asegurar que se cubran los requerimientos específicos y las necesidades de salud y nutrición de cada individuo, se requiere un plan de nutrición personalizada, que pueda influir positivamente en la composición de la microbiota intestinal equilibrada y saludable, promoviendo hábitos de alimentación sanos a largo plazo a partir de las necesidades, preferencias y objetivos dietéticos específicos de cada persona.

Cuando se trata del microbioma intestinal, la nutrición personalizada se puede utilizar para influir en la composición de las especies de microorganismos en el intestino, fomentando el crecimiento de bacterias benéficas, mediante el consumo de alimentos específicos con compuestos bioactivos, como antioxidantes o prebióticos.

Aún existen grandes desafíos y limitaciones en el campo de la investigación que permitan comprender la complejidad de las interacciones entre la dieta, la microbiota intestinal y la salud en general.

Generar y mantener diversidad en la microbiota es un nuevo objetivo clínico para la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, que puede lograrse manteniendo una alimentación saludable, alta en fibra, diversa y variada, acompañada de un estilo de vida que incluya practicar actividad física, descanso y sueño correcto, así como aprender a manejar el estrés.

 

Fuentes de consulta

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